viernes, 20 de abril de 2012

Economía y estado de bienestar.


Desde siempre, la relación entre la sociedad y la economía ha sido evidente. Sin embargo han recorrido caminos separados. La economía, de la mano de los mercados y la acumulación de capital, ha  ido siempre al margen de la evolución social, imponiendo sus prioridades y luchando contra aquellos avances sociales que recortaban sus privilegios o sus beneficios.

Y esto es así por una razón, la economía, estudiada como ciencia plantea una serie de axiomas que son necesarios para su buen funcionamiento; sin embargo, la economía real, está en manos de personas que no están sujetos más que a una regla: obtener beneficio. El siglo XX supuso el triunfo del capitalismo (codicioso y egoísta), frente al desarrollo de una sociedad solidaria. Durante toda la historia, el hombre ha trabajado, luchado e incluso a muerto por lograr una sociedad más justa, más igualitaria y más segura. Se ha establecido la necesidad de leyes que rijan nuestros comportamientos, se han formulado los derechos humanos y se ha logrado crear un sistema político en donde todos tengamos representación y seamos escuchados. Sin embargo, la economía, base de la mayoría de las relaciones entre grupos e individuos vive al margen de esos logros sociales, lejos de una ética de compromiso con la sociedad, y de una responsabilidad sobre la libertades de los demás. Sin normas ni mecanismos de control.
El poder de la economía es tal, que no puede existir una sociedad sin economía y esto ha provocado un permanente estado de lucha entre los que controlan la economía, y por ende, el dinero, y los demás. Para todo hace falta dinero, para lograr la seguridad de nuestros mayores y la educación de nuestros jóvenes, para tener acceso a la sanidad, para construir nuestras viviendas y obtener nuestro alimento.
Esta crisis, que ahora afecta a los estados más desarrollados, no es sino una continuación de la que desde hace mucho viven otros países, en donde poderes económicos  sin control conculcan los derechos de los demás para ganar más dinero, y el poder que eso conlleva.
Esta situación requiere soluciones globales y soluciones locales. Sin embargo, el sistema económico actual, basado en la deuda, ha maniatado a los gobiernos en sus intentos de buscar salidas a la crisis. Los mercados han impuesto su voluntad frente a los gobiernos elegidos por los ciudadanos.
Ante esto hemos de comprender los mecanismos que rigen la economía para poder tomar las decisiones más adecuadas, y hay que hacerlo desde el principio de ayudar a la mayoría, de asentar la economía de base, la domestica, sobre la que se asienta la estabilidad social y el resto de la economía.
Sin una sociedad estable, la economía no puede funcionar sino es en base a una oligarquía dictatorial que rija los destinos de la mayoría, sometiéndolos a sus decisiones, es lo que ocurre en el tercer mundo y a lo que ahora se ve que puede pasar en el resto del planeta.

Frente a esto, son necesarias nuevas políticas económicas, sin perder de vista lo que hemos aprendido y teniendo en cuenta las necesidades de todo. Es hora de asegurar el trabajo para todos, fomentando aquellos sectores más estables (logística, energías renovables, eficiencia energética, reciclado y reutilización, servicios sociales…), formalizando cortafuegos para que la crisis de un sector no afecte a los demás, abandonando los sistemas especulativos y regresando a los que favorecen la producción y el logro, apostando por la eficiencia, las nuevas tecnologías y  la I+D+I.
Debemos poner en valor políticas como la Ley de economía sostenible socialista, frente a las políticas de recortes e insensibilidad social del PP. Es hora de ponernos a trabajar, buscar nuevos caminos y defender el Estado de justicia social que hemos conseguido. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario