lunes, 2 de febrero de 2009

ZAPATERO Y OBAMA

El triunfo electoral del Presidente Obama en Estados Unidos significa un cambio en las maneras de hacer política en el país más poderoso del mundo. Se abren con ello nuevas perspectivas e ilusiones en una época difícil como la que estamos viviendo en estos momentos. Aparece como la gran esperanza, y confiemos en que ésta se plasme en realidad. Comienzan tiempos diferentes, alejados de los métodos y maneras de su antecesor en el cargo (con gran alivio podemos decir que ya no gobierna). Obama nos presenta un programa diferente, basado en principios radicalmente opuestos, más respetuosos con el medioambiente, con los derechos de los ciudadanos, etc., que devuelve el protagonismo a la política, a lo público, a los derechos sociales, que nos recuerdan, salvando las distancias, ciertos principios de la socialdemocracia europea.

Y lo más importante: se aleja de la cultura de la crispación, de la guerra como manera de hacer política y como estrategia económica. En este aspecto, podemos hallar ciertas similitudes con la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, iniciada en España en 2004, donde cobran un protagonismo esencial ciertos avances en los derechos civiles y sociales. Política radicalmente opuesta a la también cultura de la crispación y del “todo vale” de la era “aznarista” (la historia juzgará el daño que ese señor hizo a la concordia política en España, que tantos beneficios nos trajo durante la Transición).

Si seguimos realizando un análisis comparativo entre Estados Unidos y España, hallamos también enormes diferencias. Qué satisfacción produce ver cómo el candidato derrotado Sr. Mc Cain felicita al vencedor Obama y le anuncia que se pone a su disposición para trabajar juntos por América y mantiene su elegancia y deportividad durante la toma de posesión del nuevo presidente. Qué distinto a lo que estamos acostumbrados a vivir en España, donde la derecha nunca reconoce su derrota electoral y trata de deslegitimar permanentemente el triunfo del adversario, inventando falsas teorías de la conspiración, (apoyadas por sus coros mediáticos), demostrada su falsedad por los tribunales. Ya podrían tomar nota de lo bueno, no sólo de lo malo.

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